Con 62 años dedicados a salvar vidas, el Mayor Fernando Rizo Castillo es un símbolo de entrega y humanidad en los Bomberos Voluntarios de Guatemala. Desde que era un niño de 10 años, observando a los bomberos pasar por su vecindario, soñó con ser parte de esta noble causa. Su deseo se hizo realidad en 1962, cuando se unió a la novena promoción de bomberos en un entorno donde la formación era rudimentaria y los recursos escasos.
A lo largo de su carrera, Fernando Rizo ha enfrentado innumerables emergencias, siempre con la misma pasión y dedicación. Sin embargo, su legado va más allá de apagar incendios; ha sido un faro de esperanza y alegría, llevando música a asilos y compartiendo momentos con sus compañeros, incluso en la actualidad, cuando ya no participa en emergencias activas pero jamás ha dejado la estación.

La historia de Fernando Rizo es también un testimonio del valor del trabajo en equipo y la camaradería. A pesar de los desafíos, ha fomentado un sentido de comunidad entre sus colegas, recordando siempre que cada vida salvada es un triunfo colectivo. Su compromiso inquebrantable no solo ha impactado a quienes ha ayudado, sino que también ha inspirado a generaciones de voluntarios a seguir su ejemplo, convirtiéndolo en un pilar fundamental de la institución.
Además, la vida de Fernando refleja un profundo sentido de gratitud hacia la vocación que ha elegido. Cada turno, cada rescate, y cada momento de servicio son para él una oportunidad de retribuir a la sociedad. Su fe en la importancia del servicio altruista es contagiosa, y su presencia en la estación de bomberos es un recordatorio constante de que la verdadera grandeza reside en la dedicación a los demás. Así, su historia sigue viva y resonando en los corazones de quienes lo rodean.